Aunque hay una gran parte de la población que vive con sus ingresos del día a día, es importante tener ahorros porque brindan libertad financiera. Dan estabilidad y seguridad porque funcionan como respaldo ante imprevistos como las enfermedades, las compras de repuestos para roturas en el hogar, pérdida de empleo o viajes imprevistos.
Finanzas personales: cuando las deudas agobianAhorrar permite planificar a futuro, proyectar, pautar metas personales o familiares como compras grandes relacionadas a la vivienda, el estudio o los negocios. Además, en un contexto económico inestable, un fondo de ahorros brinda tranquilidad mental porque ofrece un cierto margen de control sobre la capacidad de decidir.
Pero empezar a ahorrar es un hábito que puede incorporarse y aprenderse. No todas las personas son capaces de hacerlo y, para revertir esta situación, deben reconocerse cuáles son las características que frenan el ahorro o atentan contra él.
Cuáles son las características de las personas que no ahorran
Aunque los impedimentos para ahorrar están relacionados a la personalidad y la imposibilidad de prever, son hábitos que pueden desaprenderse.
Falta de planificación financiera. Suelen no llevar un registro de ingresos y gastos. No saben con precisión en qué sale su dinero y, por lo tanto, no pueden ajustar sus egresos generando inestabilidad y desorden en las finanzas.
Compras impulsivas. Las personas tienden a gastar sin pensar, sin haber planificado y dejándose llevar por la emoción y el deseo del momento. Se guían por las recompensas inmediatas como ofertas, descuentos y modas.
Poca conciencia de ahorro. El ahorro no es visto como una prioridad. Se hace si sobra dinero y no se destina un monto puntual cada mes. Está relacionado a la falta de metas financieras claras y las motivaciones concretas para ahorrar.
Vinculación emocional con el gasto. El consumo funciona como una forma de alivio o gratificación emocional. Comprar puede servir para compensar el estrés, las ansiedades o la frustración.
Educación financiera limitada. La falta de conducta del ahorro muchas veces proviene de un contexto en el que no hubo educación financiera, es decir, no se formaron bases para ordenar los ingresos y egresos, lo que desencadena también una imposibilidad para gestionar a qué se destina el dinero.
Revertir estos comportamientos y empezar a tener conducta de ahorro implica revertir un modo de ser que está arraigado. No se trata de un cambio que se da de manera automática ni de un momento a otro. Para ello hay que fijar metas concretas, definir prioridades y rever la relación emocional con el dinero.